Defensa de la sencillez




En un documental reciente, Miquel Barceló explicaba cómo muy a menudo, debido a sus compromisos alrededor del mundo, se veía obligado a crear pequeños ‘talleres provisionales’ que instalaba en lugares estrechos y poco recomendables para pintar.

El artista trabaja siempre, no importa dónde se encuentre, la hora o el día de la semana. Por eso es habitual que uno busque la manera de poder seguir activo cuando abandona su taller.

El pintor, a su vez, se ve afectado a menudo por condicionantes que le son ajenos. En estos tiempos de globalización salvaje, resulta imprescindible mantenerse convenientemente alejado del artificio. ¿Han notado que todos los talleres parecen el mismo? ¿Están al tanto de cómo las tendencias se contagian rápidamente? Bajo mi punto de vista, nuestra misión es cuidar de nuestras fuentes, preservar un lenguaje autónomo, ser meticulosamente fieles. El objetivo es, en definitiva, mirar solamente hacia el interior, y eso requiere de una voluntad y una prudencia inquebrantables.

Tenemos, sin embargo, una salida siempre disponible: la sencillez. Comencé a pintar en condiciones muy poco favorables. Disponía de un espacio minúsculo y casi ningún tiempo. Mis primeros trabajos consistían en collages mínimos, de apenas unos pocos centímetros. Para mí eran, simplemente, lo que tenía que ser. Ofrecían todo lo que se esperaba de ellos y me entregaba a su construcción con toda la intensidad. Se podría decir que, en ese momento, no necesitaba más. En cualquier caso, aquello era todo lo que podía tener.

Después de más de 10 años desde mi primera exposición, he aprendido muchas cosas. Sin duda, la más importante de todas es haber contenido esas ganas que uno siente a veces de sofisticarse. He intentado trabajar en talleres grandes y nunca funcionó. Tras dos largas etapas de dudas en las que dejé de pintar, he comprendido que este trabajo debe ser llevado a cabo por medio de movimientos de talla humana, debe sufrir las evoluciones naturales y nos debe conducir donde quiera que sea, sin mentorías ni represiones. El trabajo del artista debe de ser personal —abarcando el más amplio sentido de la palabra— y sin artificio. Sigo pintando donde siempre, donde pueda. Y sigo sintiendo que es lo correcto.


Bellver de Cerdanya, 21 de Octubre de 2023